
19 Sep ¿Puedo quedarme con la vivienda familiar tras el divorcio? Lo que dice la ley (y lo que no siempre se explica)
Cuando una pareja decide separarse, una de las preguntas más difíciles (y más frecuentes) es: ¿quién se queda con la casa? Especialmente cuando hay hijos en común o cuando uno de los cónyuges teme perder su estabilidad económica o su entorno. En este artículo te explico de forma clara, desde mi experiencia como abogada especializada en Derecho de Familia en Madrid, qué dice la ley sobre el uso de la vivienda familiar tras un divorcio… y qué aspectos no siempre se explican bien.
¿Qué se considera vivienda familiar?
Lo primero es entender a qué nos referimos cuando hablamos de vivienda familiar. Según la jurisprudencia, es aquel inmueble en el que la familia ha desarrollado su vida en común durante el matrimonio. No importa si la propiedad está a nombre de uno solo o de ambos cónyuges: lo relevante es que haya sido el hogar familiar, habitual y permanente.
Este matiz es importante porque muchas personas creen que, si la vivienda está solo a su nombre, automáticamente se la quedan. Y no siempre es así.
¿Quién tiene derecho a usar la vivienda tras el divorcio?
La ley (concretamente, el artículo 96 del Código Civil) establece que, en caso de divorcio, el uso de la vivienda familiar se atribuirá prioritariamente a los hijos menores y al cónyuge que tenga su custodia. Esto significa que, aunque la casa sea de uno solo de los cónyuges, el otro podrá seguir viviendo en ella si es quien se queda con los hijos.
Esta medida busca proteger el interés superior del menor y evitar cambios drásticos que afecten a su estabilidad emocional.
¿Y si no hay hijos o son mayores de edad?
Cuando no hay hijos menores, o cuando estos ya no dependen económicamente de sus padres, la atribución del uso de la vivienda dependerá de otras circunstancias, como la situación económica de cada cónyuge, si uno tiene más dificultad para acceder a una vivienda alternativa, o incluso si existe alguna situación de especial vulnerabilidad.
En estos casos, se puede acordar entre las partes (preferiblemente mediante convenio regulador) quién se queda con el uso del inmueble, y por cuánto tiempo. Si no hay acuerdo, será el juez quien decida.
¿La atribución del uso implica cambio de propiedad?
No. Este es otro error frecuente.
El uso de la vivienda no implica un cambio de titularidad. Es decir, aunque el juez otorgue el uso al otro cónyuge, la vivienda sigue siendo de quien figure como propietario o copropietario en el registro. Lo que se concede es el derecho a usarla, no la propiedad.
Además, este uso puede ser temporal, no necesariamente indefinido. En muchos casos, se establece un plazo razonable para que la parte que permanece en la vivienda pueda reorganizar su vida y, eventualmente, dejar el inmueble.
¿Y si la vivienda está hipotecada?
La existencia de una hipoteca no cambia lo esencial, pero sí puede complicar la situación. Si ambos cónyuges figuran como titulares del préstamo, ambos seguirán siendo responsables del pago, independientemente de quien use la vivienda.
Por eso, es fundamental revisar estos aspectos con un abogado especializado antes de firmar el convenio de divorcio. En algunos casos, se pueden negociar compensaciones económicas o cambios de titularidad para equilibrar la situación.

¿Qué opciones tengo si no quiero perder el uso de la vivienda?
Dependerá de tu situación concreta. Si tienes hijos menores y su custodia, es probable que el uso te sea atribuido. Pero si no es así, hay alternativas:
- Negociar un uso temporal con una compensación económica.
- Solicitar una adjudicación en el reparto de bienes, si hay acuerdo o liquidación del régimen económico.
- Comprar la parte del otro cónyuge, si es copropietario.
Cada caso es único, y por eso es tan importante contar con asesoramiento legal desde el principio del proceso.
En resumen
El uso de la vivienda familiar tras un divorcio no se resuelve solo con ver quién es el propietario. Hay muchos factores que influyen: la presencia de hijos menores, la situación económica de cada parte, los acuerdos previos e incluso la evolución de las necesidades familiares.
En mi experiencia como abogada en Madrid especializada en divorcios, he visto como una buena negociación (y un enfoque legal claro desde el inicio) puede marcar la diferencia entre un proceso complicado y una transición razonable para ambas partes.
¿Tienes dudas sobre tu caso concreto o no sabes cómo proteger tus derechos?
Cada situación familiar es diferente, y mereces una solución a medida. Si estás en proceso de separación o estás valorando iniciar los trámites, puedes ponerte en contacto conmigo sin compromiso. Te ayudaré a tomar decisiones informadas y a proteger lo que te corresponde.